¡No lo puedo castigar porque no soy su papá!
Esa fue la razón por la que Gregorio hizo cita con su servidor, estaba en mi consultorio lleno de frustración por estar jugando un rol cuestionable por tradición. A sus 45 años y desde hacia unos meses, se había convertido en padrastro de un pequeño de tan solo 6 años, me dijo “me siento con las manos atadas porque no se si debo actuar para corregir o debo esperar a que su mamá lo haga” continuó diciéndome.. “cuando mamá lo está reprendiendo por su mal comportamiento, voltea a verme y me saca la lengua”.